Pongamos que hablo de Madrid
Salí hace un rato a pasear a la perra y al notar la brisilla, al ver las calles vacías, al arroparme con la oscuridad de la noche, me sentí liberada de estas cuatro paredes, las que ahora ya no me permiten lucir la sonrisa. Como si al entrar en mi casa se colgaran a mi espalda malos rollos, ralladas varias, etc, etc, etc... Llevo acumulando, desde que empecé a tener este particular uso de razón, ganas y más ganas de largarme de aqui, ansia por ser el pirata del velero bergantin y, por contradecir, algo que me sujeta los pies y no alcanzo a salir del todo del agujero que esto parece, ¿serán raíces?
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Jazzman -